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Hurgando en las entrañas

el verano

Hoy estoy que me caigo de sueño, desde que me independicé pasé de dormir mis casi 8 horas a no mas de 7, es lo que tiene convivir con uno que se levanta casi 2 horas mas tarde que tú. A esta reduccion de horas me había casi acostumbrado pero llegó el verano y las 7 han pasado a 6. Las tardes se convierten en noches de cañas y no llegar a casa a veces antes de las 23:30, ayer a las 00:00 andaba haciendo café para tenerlo nada mas levantarme. En fin que tengo el cerebro adormecido ultimamente y no se me ocurre mucho que escribir, a pesar de que ando indignada con el famoso video del PP en que equipara ETA a gobierno y  más aún con los bombardeos israelíes sobre el Líbano.

Precisamente ayer estabamos en una barbacoa piscinera a las 23:00 de la noche y salió el tema de la mili y la reserva. Ninguno de mis amigos que rondan los 28 años ha hecho la mili y discutían sobre si estaban en la reserva o no, si en el caso hipotetico de una guerra podrían ser llamados a filas, otro decía que eso no era posible ya que teniamos ejercito profesional. El caso es que allí entre bromas me dió por pensar que probablemente hace pocas semanas podian facilmente estar un grupo de jovenes libaneses divirtiéndose de la misma manera que nosotros en una piscina, ¿qué podían ellos imaginar lo que iba a suceder unos días después?

En otro orden de cosas, quería colgar aquí un reciente artículo publicado por Lucía Etxebarría en la vanguardia así como en su blog. Buenísimo.

Este es el línk 

LO OBSCENO 

La palabra obsceno viene del latín ob- scenus, lo que está fuera de la escena, lo que no se debe ver. Hasta hace no tanto el desnudo era obsceno. Sin embargo a día de hoy es muy fácil ver cuerpos desnudos: en los anuncios de corporaciones estéticas, de cremas anticelulíticas y reafirmantes, de agua mineral, de yogures e incluso de coches. Mujeres desnudas en los programas de madrugada, en las revistas masculinas ( siliconadas) y femeninas (protoanoréxicas), en las vallas publicitarias. Shopenhauer decía que predicar moral era fácil, y fundarla era dificil. Pero la sociedad de consumo ya ha formado su nueva moral: ahora lo obsceno es todo aquello que se aparte de cierto cánon normativo que equipara delgado a bello.
Obscenos son los michelines, las estrías, los senos caídos.
Cuando yo tenía diecisiete años mi familia veraneaba en una urbanización en El Escorial.  Y allí había una señora francesa que tomaba el sol con un exiguo bikini que no llevaba tanga ni dejaba ver un pezón, pero que se convirtió en el escándalo del verano. Hace unos días fui a bañarme a una carísima piscina privada con una amiga  Por tratarse de día laborable y entorno conservador no  había varones  en la piscina, solo niños y mujeres. Sé que la mayoría eran católicas de pro y sin embargo sus biquinis eran tan mínimos, o más, como el que hace veinte años creó tal revuelo en el Escorial.
“¿ Cómo pueden mantener ese cuerpo con tres hijos?” - le pregunté a mi amiga. “Porque son permaréxicas” respondió ella, que es psicóloga.
“Llevo un mes oyendo sus conversaciones y las tengo a todas diagnosticadas”. La permarexia es un trastorno que afecta al sexo femenino. No se trata de anoréxicas ni de bulímicas, sino de mujeres que viven obsesionadas con las calorías y a dieta permanente.
La fijación por la comida se convierte en el principal ingrediente de su infelicidad y  su forma de vida supuestamente sana esconde una profunda amargura y un constante descontento con su propio cuerpo.
Yo llevaba un biquini verde de lo más recatado,  tan retro que no habría causado el más mínimo problema hace veinte años.  Sin embargo yo había ofrecido, sin saberlo, un espectáculo obsceno que al día siguiente, según me contó mi amiga,  se convirtió en el tema de conversación de las permaréxicas: “ ¿Cómo se atreve a enseñar las estrías y los
michelines?” Continuar leyendo
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